5 secretos de belleza según Marilyn Monroe

Marilyn murió dejando muchas incógnitas, algunos escándalos y, aunque suene frívolo, sus secretos de belleza, pero siendo una de las mujeres más espectaculares de la historia, irremediablemente nos hemos hecho eco de ellos. • Por María G. Aguado.

Desde tiempos inmemoriales los secretos de belleza de las celebrities son una información de lo más codiciada. En los años 40 seguro que las mujeres se preguntaban cómo conseguir las ondas al agua de Rita Hayworth, y en los 50 las cejas que hacían aún más sugerente la mirada de Ava Gardner, o cómo Grace Kelly podía estar siempre tan sumamente perfecta.

Pero sin duda Marilyn fue siempre una de las grandes incógnitas. Sus trucos iban más allá de las gotas de Chanel Nº5 para dormir, tenía todo un arsenal de tips de belleza para estar siempre radiante.

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El secreto de la mirada de Marilyn

Fue Marilyn la que dejó bien atrás la caída de ojos que miraba los años 20. Ella apostó por las pestañas enormes y unos ojos que hablaban por ella. 

Pues, oh sorpresa, no tenía los ojos especialmente grandes pero la actriz Greta Garbo le enseñó a marcar mucho su mirada con un lápiz negro y a aplicar sombra blanca por el párpado móvil para añadir profundidad. 

Las pestañas postizas también eran uno de sus básicos pero sólo se las ponía en esa parte exterior del ojo para rasgarlo.

Así diseñaba su mirada en casa, como quien dice. Pero para sus apariciones en público contaba con el maquillador Allan “Whitey” Snyder, quien esculpía casi literalmente la mirada de la actriz. Utilizaba cuatro lápices, uno negro para las pestañas superiores; uno rojo para el lagrimal, haciendo así el ojo más blanco; uno blanco para crear profundidad y uno marrón para las pestañas de abajo, simulando la sombra de las de arriba.

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El secreto de su piel

Ni cremas caras ni tratamientos millonarios. Marilyn usaba vaselina a diario. La aplicaba en sus pómulos para dar volumen y brillo a su rostro a modo de hidratante y de iluminador.

Además, no le gustaba broncear demasiado su piel, la tenía clara y con un ligerísimo bronceado en verano, apenas apreciable. Y es que le gustaban las pieles claras y se protegía del sol para mantener la salud de la suya.

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El secreto de su pelo

El rubio platino de su pelo lo conseguía con decoloraciones habituales que potenciaba, dicen, aplicando polvos de talco en la raíz para que se viera aún más clara. El objetivo era tener ese rubio tan extremo que además daba luz a su rostro, otra de sus obsesiones.

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El secreto de su rostro: el contouring según Marilyn

Kim Kardashian no «inventó» el contouring, es más, ni siquiera lo puso de moda. Lo hizo Marilyn.

El secreto de su rostro con forma de corazón se lo debía a esta técnica de maquillaje centrada en dibujar volúmenes a base de luces y sombras, es decir, colores claros y oscuros. Lo tenía por naturaleza, eso es cierto, pero lo acentuaba marcando la mandíbula con polvos más oscuros y aplicando colorete en las mejillas e iluminador para crear volumen.

También lo utilizaba en su nariz. La acortaba aplicando sombras en oscuras en la punta y los lados.

Sus labios también fueron lienzo para el contouring. Los delineaba con un color más oscuro y los rellenaba con un delineador más claro. Encima aplicaba un labial rojo intenso y en el centro un iluminador. Por encima de estas capas, bálsamo para que brillasen y se mantuvieran hidratados.

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El secreto de su cuerpo

Fue de las primeras en hacer la famosa dieta proteica que volvió a ponerse de moda hace unos años. Comía filetes, hígado y huevos crudos (en su momento se creía que no cocinarlos era saludable). No practicaba apenas deporte y de vez en cuando se daba un capricho en forma de helado con sirope.

Marilyn tenía todo este ritual y seguro que mil pasos más, pero también adoraba las imperfecciones. Y para muestra su cuerpo, no cumplía con el canon de delgadez que sí cumplieron sus coetáneas como Rita Hayworth y compañía. Su peso oscilaba y las marcas en su piel se dejaban ver cuando lucía biquini. No diremos que era adalid de la naturalidad, porque no es ni remotamente cierto pero aunque fuera en algún momento fugaz, hacía alarde de lo que ella misma predicaba: “La imperfección es belleza, la locura es genialidad y es mejor ser absolutamente ridículo que absolutamente aburrido”. Amén, Marilyn.

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